“De pronto tuve la conciencia de que ese momento, de que esa rebanada de cotidianidad, era el grado máximo de bienestar, era la dicha”. (de «La Tregua» de Mario Benedetti)
Es una mañana como muchas otras, de momentos que ya conozco de sobra, de tantísimos años, pero con los que me cuesta familiarizarme. Hoy, a la tarde, rendiré el primer parcial de Administrativo II, materia anual de quinto año y de la que Kiki, mi esposa, es la titular. La he ametrallado a preguntas estas últimas noches y los cauces por los que se desarrollaron nuestros intercambios, en general, no han sido de los más apacibles. Tengo carácter fuerte, soy chinchudo y discutidor, lo sé, pero mi mujercita no se queda atrás y ese es uno de los mil y pico de atributos inigualables por los que la amo. Son días de ansiedad en los que me pregunto, cada cinco minutos, ¿para qué demonios estoy metido en esto?
Hace un rato prendí el celular y compartí mi estado de ánimo con mis amigos del Liceo, los queridísimos excompañeros con los que mantengo, a diario, un tan divertido como afectuoso diálogo en WhatsApp. Sus respuestas, inmediatas, desde cualquier lugar, me devuelven el sostén anímico que tanto se valora y al que ya nos hemos acostumbrado, en lo cotidiano, como a un insumo imprescindible. Es buenísimo saber que están tan cerca de uno, su compañía fortalece, estimula. “Me tomo unos mates”, pensé, “después sigo leyendo por donde me parezca”.
A las 11.08, así, con la precisión con la que se señala la salida de un tren, recibí la llamada de Kiki:
“Acabo de despachar con el presidente (se refiere al presidente de la Suprema Corte Provincial), entre todos los temas salió el de las prácticas estudiantiles y el acuerdo firmado con las facultades de Derecho que él impulsó en su anterior gestión, en el 2012. Le comenté que estaba funcionando muy bien y aproveché para decirle que vos habías terminado la tuya, hace un par de meses, a los 69. Le acerqué algunos datos y hasta me permití dejarle un ejemplar de tu “Del diario de un practicante estudiantil en el Civil y Comercial 18”. Me miró divertido, lo tomó en sus manos, se reía con ganas, me prometió leerlo”.
Vivimos de nuestras percepciones y emociones y, como tales, nuestros estados de ánimo fluctúan, cambian nuestro humor, de todas maneras….
Reflexiono, me miro en el espejo de mi cuarto que me devuelve una imagen bastante desgreñada, doy unas vueltas por la casa, me tomo otro mate, me tiro en la cama, me levanto al toque, vuelvo a mirarme en el espejo, ahora con la copia de un fallo en una mano, un par de resaltadores en la otra y una lapicera, a lo almacenero, en la oreja derecha.Tengo los pelos para cualquier lado, como si recién me levantara… me río, me animo, me conforto: no te quejes Albertito, sos un privilegiado.
Felicitaciones por tu blog!
A disfrutar tu nuevo espacio de expresión!