un pequeño cuentito para familiarizarse con la norma indirecta del Derecho Internacional Privado
– A mí me dicen Norma, ¿adivine por qué? – me tiró la indirecta, sentada junto a la ventanilla.
Me sorprendió escuchar un acento argentino. Viajábamos en el rápido a Módena y yo lo hacía acompañado de mi primo, Acursio, un boloñés de rasgos medievales que no paraba de roncar a mi lado.
– ¿Sabe que no le encuentro el punto de conexión?… soy un tipo legal y usted muy bien lo intuye – le contesté, haciéndome el canchero – A propósito de esto, señora, me llamo Federico Carlos, un placer conocerla.
– Aténgase a las consecuencias jurídicas y no pretenda ver en esto intento alguno de calificación. Algo me grita dentro mío que no habré de ser yo una relación jurídica más en su curriculum, Federico Carlos, o como diga que se llame – sentí que me advertía, impostando un poquito la voz.
Pobrecita, pensé. Debe creer que soy Goldschmidt y no sabe lo lejos que me encuentro de la jurisdicción.
Si esta colifa supiera lo que fue mi carrera, que lo único extranjero que he tenido en mi vida es una camiseta alternativa de Montevideo Wanderers -un trapo viejo, sucio y deshilachado- regalo de un uruguayo que laburaba, hace años, en el súper de la esquina de casa. Mucho peor aún se vería mi decrépita imagen si se anoticiara que los únicos reenvíos a los que me le animo -y muy de vez en cuando- son a los de Whatsapp.
Así empezó la historia, la complicada historia que hizo que me estrellara.
Entré sin enterarme al matrimonio –uno buscaba solo la unión convivencial– y dentro de él no faltaron los hijos, adoptados y propios. Todo pasó tan rápido.
Me horroriza recordar el día que, entre gritos y lágrimas, le pedí finalmente el divorcio. Ella me lo negó, pero eso sí, a la semana me demandó alimentos, responsabilidad parental y busca ahora que le restituya uno de los caniches toy que alega, eran de una abuelita bávara. No le quedó casi incidencia alguna con la que zamarrearme.
Es una mina tremendamente conflictiva, de las que gustan de ir al choque sin medir consecuencias. Ahora ya es tarde y temo haber perdido demasiado tiempo para comprender el verdadero sentido de su pregunta primigenia, para saber quién es, en realidad, la verdadera Norma.
Norma DIPr –así dijo llamarse mi desgracia– no solo es una mina difícil, es mucho más que eso, es una auténtica norma de colisión.
Nota del autor: Despunto el vicio mientras disfruto la cursada de Derecho Internacional Privado, en la UDE, asumiendo que -por su especificidad- es un texto dirigido a estudiantes y también a abogados. Es una de las dos últimas materias de mi carrera. Agosto de 2021
Jajaja!! Muy bueno Justiniano!! Besos
Gracias negrita!!!!
A propósito, Justiniano sí que era un tío con códigos.
Y bueno … también con ese nombre de novela colombiana , Federico Carlos, era obvio q le tenía q tocar una Norma … y menos mal q no le tocó una Yiya …
PD Q q en la próxima clase no te digan saquen una hoja , porq vas a tener el dilema sobre q norma aplicar
Jajajajaj, eso demuestra que hay que definir muy bien de entrada la «relación jurídica» como hubiera aconsejado el maestro F. C. de Savigny. Cariño grande querida Gaby, gracias por comentarme.
PD: ya estoy pensando como podré llevar adelante las ejecuciones de honorarios de ese colega tuyo que necesita que le «vean» o le «tomen vista» en los expedientes. Bsss
Jajaja, excelente doc.! abrazo
Matías querido!!! que alegría encontrarte aquí. Uno de los compañeros más brillantes que he tenido en la UDE. Abrazo grande!!!!
Albertito…..caramba. Hay normas mucho más jodidas q las jurídicas.
A un primo mío, q estaba casado con Norma García……..uhhh….ni te imaginás.
Ni te cuento de un conocido muy cercano que creyendo haber llegado al cielo terminó encontrándose, muy pronto, con la Norma de su zapato (¿o era horma?, jajaja). Abrazo grande querido Roberto!!!!
Albertito….a esta altura de tu vida crees q las normas más jodidas son las jurídicas?
Yo salí con una Norma q si te contara….
Jajaja. Excelente Alberto. Muy bueno, como siempre. Abrazo grande
Hola Carlos, qué alegría encontrarte acá!!
Me gustaría saber qué es de tu vida, hace rato que no nos vemos.
Te mando un abrazo muy grande!!!!
No soy abogado, así que no le encontré sentido al texto aun después de un par de lecturas.
Pero sí soy cabeza dura (muy) así que, sabiendo que “algo” tenías que haber escondido, me puse a investigar (qué fantástico es Google…).
Y de a poco descifré las pistas ocultas: “la indirecta”, “Arcusio, boloñés de rasgos medievales”, “Federico Carlos”, “Goldschmidt”, “reenvío”…
Finalmente, aunque estoy seguro de que algo se me debe haber escapado, pude completar razonablemente bien el rompecabezas que armaste y encontrar la sonrisa que seguramente esperabas provocar.
Me costó, pero valió la pena, Alberto…
PD: Este comentario viene con retraso porque se me pasó la publicación de tu posteo. Lo encontré de casualidad.
Querido Dickie, jajaja. Sos un fenómeno, quién se tomaría el trabajo de descifrar un texto lleno de especificidades? Solo un amigo como vos. Como lo aclaro en la nota al pie, lo escribí mientras curso Derecho Internacional Público para poder circularlo entre compañeros de la facu y algún que otro docente. Se que se lo han reenviado a algunos doctrinarios pero no lo escribí pensando en que se generalizara su lectura. Fue un divertimento, casi un ejercicio con público acotado. Te agradezco con el alma tu esfuerzo, te pinta de cuerpo entero. Abrazo grande!!!!!