Estamos bajo el Arco del Triunfo con las últimas luces de un miércoles caluroso y caminado. Acaban de cerrar el acceso a la parte superior y nos quedamos, como decenas de otros turistas, recorriendo los alrededores de la plaza Charles de Gaulle, antigua place de l’Etoile. Aprovechamos el momento para sacar algunas fotos.
Nos detenemos frente a la tumba del soldado desconocido, charlamos sobre esto con Julián. Le hago notar la inscripción sobre la inmensa placa de granito: “ICI REPOSE UN SOLDAT FRANCAIS MORT POUR LA PATRIE – 1914-1918”1. “Es un homenaje a los soldados franceses muertos en el transcurso de la Gran Guerra, durante los cuatro años que duró la contienda”, le agrego.
Solo unos pasos detrás nuestro se ha parado una pareja joven de inconfundible acento latinoamericano. No alcanzo a escucharlo a él, no sé cuál puede haber sido su comentario, pero la escucho a ella que, mezclando candoroso asombro con admiración, exclama:
– Ay José Carlos! Pero fíjate si no es increíble, ¡la tumba de un pequeño soldadito de solo cuatro años!
¡Je l’ai ecouté, je jure dans cela pas le Dieu!2
1- “Acá descansa un soldado francés muerto por la patria – 1914-1918”
2- Yo lo escuché, juro por Dios que lo escuché