ocultemos nuestros algoritmos
“Estos tres días son de Cyber Monday, mi amor”, dicho como quién dice “mañana viene el electricista” o “no olvides dejarle a la señora el dinero para el jardinero”, un gesto discursivo simple, sencillo, carente de intenciones. Así me lo dijo mi esposa y así lo tomé yo en un primer momento, un comentario al pasar, unas pocas palabras que se diluyeron en el aire sin hacer historia.
Sin embargo, vivimos tiempos de consumismo afiebrado y aunque simulemos estarnos ajenos, la publicidad nos penetra, nos perfora, nos quema la cabeza y maneja a gusto nuestros algoritmos. Gigantescas compañías, presupuestos siderales y un ejército de especialistas trabajan día y noche para modelar nuestros deseos, inducirlos –sin que nosotros logremos advertirlo – y transformarlos por último en una demanda, precisamente aquella que esas corporaciones quieren que se nos ocurra.
No se me había pasado por la cabeza, ninguna idea de cambio rozó siquiera mis lóbulos frontales en el último tiempo, tenemos una pantalla de plasma comprada hace escasos tres años, dotada de todo lo necesario para ver la tele, conectar la compu, visualizar quién llama a nuestra puerta, disfrutar de Netflix, Play station o lo que se nos ocurra, pero…
La propaganda cala, impacta y hace centro sin demasiado esfuerzo. El miércoles me hice una recorrida por el centro, a pie, y en una hora consulté en casi media docena de comercios. Conocí, comparé, me enteré que ya existe el OLED, también el QLED. Les confieso que no tengo la menor idea de lo que significan, pero, saltando de negocio en negocio, mis expectativas iban en aumento. Hice mi elección, llamé a mi esposa y se la comuniqué escuetamente bajo la apariencia de ser una consulta, aunque, una vez lanzado y dispuesto para el tarjetazo es muy, muy difícil que alguien me corra de la cancha.
Se las hago corta, ayer me trajeron el bendito aparato. No era el que yo había elegido en la previa. Sucede que cuando fui a concretar la compra me pasó lo que siempre, me enamoré perdidamente de otro plasma que no había advertido en la primera visita, claro que diez pulgadas más grande y bastante más caro. Para colmo de colmos, una vieja metida, de esas que nunca faltan, se coló entre medio y le hizo mil preguntas al vendedor mientras no dejaba de ponderar las cualidades del producto. El remate vino cuando otro viejo (parecía que nos habíamos escapado todos del mismo geriátrico), como al pasar, opinó que estaba por llevarme unos de los mejores televisores del mercado, ¡clinc caja!, no quedaba nada por hablar. Juan Pablo, el vendedor, no la dejó pasar, pero eso sí, ahí nomás, me bonificó un año extra de seguro, ¡un negoción!
Depositaron la caja en el ingreso a casa y se fueron. En cuestión de segundos, ansioso como soy, corté los precintos, rasgué las aberturas de cartón y comencé a revolear telgopores para todas partes. Con el auxilio de mi hijo, y no sin esfuerzo, desconectamos el plasma existente y colocamos en su lugar al nuevo. Transmitirle corriente no fue ningún problema, pudimos encenderlo enseguida, pero, ni a palos, pudimos enganchar una imagen. Intenté en todas las entradas, con todos los cables posibles y de veinte maneras diferentes. La pantalla mostraba, de manera invariable, una indefinida sucesión de rayas grises, con millones de puntos que aparecían y desaparecían con la velocidad del rayo. La leyenda “No signal” con letras blancas fosforescentes me insultaba desde el extremo superior izquierdo. Lo prendí, lo apagué, repetí la operación infinidad de veces, enchufando y desenchufando fichas donde me iba pintando. Me cansé, me exasperó, me hizo bajar los brazos.
Tenía tantas ganas de esperarla a mi mujercita con el plasma encendido, repantigado en el sillón del living. Indignado, ofuscado, impotente, no tuve mejor ocurrencia que descargármela con mi compra reciente. Amagué tirarle una patada y se me fue la mano, o mejor dicho el pie. Le emboqué un puntinazo casi, casi al medio de los ojos. Me hartó, no quiero verla más y cuando digo basta, es basta.
Desoyendo las recriminaciones de mi esposa, haciendo caso omiso a los desilusionados reclamos de mis hijos, acabo de publicarlo en un sitio polenta: “Oportunidad, vendo, plasma LG, mod. UHD, 4K, 65 “, adquirido en noviembre de 2019, sin uso, PANTALLA PARTIDA”.
Noooooooooo!!!!! Albertooooo!!!!!
♀️
Asi pasa. A mi la tecnología me pasa por encima. No como a vos Alberto.
Mis deseos son inamovibles. Es más yo tengo la idea fija. Mi norte es el amor, y el amor que a mi me gusta no tiene nada que ver con la tecnología.
Pero es cierto, me alcanzó, me lleva puesta. No me interesa, no aprendo, pero voy a tener que hacerlo o me voy a tener que bajar de este mundo que tanto disfruto.
«No me interesa, no aprendo, pero voy a tener que hacerlo o me voy a tener que bajar de este mundo que tanto disfruto».
No , por favor!!!! No me transformes en el heraldo del Apocalipsis
En cuestiones de tecnologia,La omnipotencia,en los q.no podemos manejar fluido ,debe ser resignada y pedir S.O.S!!!!
YO YA NO PIERDO TIEMPO
jjjjaaa
aunq sea un simple televisor.al mejor pensamiento De Mafalda dejo en manos de otros y yo usufructo.
Bs
Soy fantasioso, me come la impaciencia, lidio con la ansiedad y, sobre todo, me divierte reírme de mí mismo, pero no soy tan loco. El plasma funciona de diez gracias a Miguel, un querido y recontra tecnologizado amigo que nos ayuda e ilumina en este mundo cada vez más complejo.
Buenísimo pero, acostúmbrate minimsmente a llamarla pantalla LED. Hace muchos años dejó de existir el «plasma».
Y, para otra compre Cyber que se te ocurra Albert, hay, existe algo que se llaman TUTORIALES. Ahí amigo mio está todo muy bien explicado por un gallego o latino muy amable. Usalo, vas a ver que te sentís Dios. Un abrazo fuerte
Si, tenés razón, lo llamo plasma porque es un genérico. También conozco lo de los tutoriales pero las pantallas de hoy son pesadas y el ritmo de la tecnología es demoledor. Si no tenés alguien muy joven cerca tuyo (en mi caso Julián), ni llegás a enterarte. Besos!
Me hiciste reír mucho!
Como siempre en este blog
Gracias querido Miguel!!!
Te entiendo lo peor de todo los los controles una la tele otro el de Netflix y otro el nuestro ! Cuál tocar !!!! Y el de flow es mucho no
Nosotros tenemos DirecTv y con respecto a los controles, este último es muy bueno, entrás en Netflix de una, muy rápido. De alguna manera me interesa poner de manifiesto cómo se manipulan hoy, y cada día más, nuestros deseos.
Besos
Recomiendo leer DE BESTIAS A DIOSES, de Harari.
Un gran libro, parte de una trilogia, q explica el modo en q la infotecnologia y la biotecnologia modificaran totalmente la vida humana y generaran grupos de cientos de millones de personas q seran INEMPLEABLES y, a la larga, IRRELEVANTES. Recordar q la inteligencia artificial no deriva de decisiones politicas sino de técnicos y sus inversores. A esos no los vota nadie pero seran los dueños del destino del planeta
Hemos hablado de la saga de Hararis, muy recomendable para entender la dimensión y perspectivas de esta problemática, A «De animales a Dioses» la continúan «Homo Deus» y «21 lecciones para entender el siglo XXI». En esa línea y de muy reciente aparición me permito sugerir también el libro del emprendedor y tecnólogo argentino Santiago Bilinkis «Guía para sobrevivir al presente». Gracias por tus comentarios, Roberto.
Como ven, la tecnologia nos esta llevando puesto mucho mas allá de Netflix y Flow.