Un profundo mensaje de vida

Ayer, 4 de octubre, a los 80 años, murió César Mascetti, un periodista y presentador de televisión argentino vastamente conocido por todos nosotros no obstante haberse retirado de la pantalla de TN hace casi dos décadas. Para orgullo de todos los platenses, se había graduado en nuestra querida Universidad Nacional y se dio el lujo de entrevistar, en su larga carrera, a las personalidades más notables, de aquí y del resto del mundo.
Hoy, sus familiares, sus amigos, los que compartieron en algún momento su trabajo, la gente de San Pedro, su pueblo, lo despidieron en el cementerio de la localidad.
En esa ceremonia, frente a la bóveda familiar y cumpliendo con lo que, seguramente, ha de haber sido su último deseo, Sandra Mihanovich leyó la despedida que el Gaucho o el Tata –como lo conocían todos– escribió el 12 de septiembre pasado, hace solo unos días.
“Me estoy muriendo en San Pedro rodeado de durazneros en flor y de naranjos que esperan su turno para dejar caer sus pétalos e inundarnos a todos de perfume.
Estoy en el medio del campo, caminando con mis perros, que perciben desde hace días lo que va a pasar. Estoy mirando el río, escuchando las campanas que escuchaban mis abuelos. Estoy por ver volar a las palomas que cubrirán el cielo como todas las tardecitas. Dentro de poco me llevarán con ellas para enseñarme el camino.
Me estoy muriendo en San Pedro a los 80 años, donde siempre quise morir, junto a la mujer que amo, abrazado a mi familia. ¿Qué más se puede pedir? Me estoy muriendo en paz con la satisfacción del deber cumplido.”
La evolución histórica en el último siglo parece haber cambiado, de manera radical, el paradigma de la muerte. La medicina, atrapada cada día más en un complejo entramado de recursos tecnológicos que abruman, suele hacer que la natural circunstancia del final de la vida, la muerte, se viva como el fracaso de la ciencia, desconociendo –de hecho– que vida y muerte no son más que dos momentos –ineludibles– de una misma existencia.
Hoy se ha instalado como modelo deseable un final súbito: fallecer sorprendido en pleno impulso, sin sufrimiento ni deterioro, al modo en que lo permiten muchas veces las prevalentes enfermedades cardiovasculares. La buena muerte ya no es más la muerte consciente, preparada, sino la que nos apresa durante el sueño o nos asalta sin que lo advirtamos. Eso que el médico y filósofo José Alberto Mainetti ha dado en llamar el “exitus letalis desapercibido”.
Asistimos a la metamorfosis histórica desde una muerte “padecida” a otra muerte “dominada”, en neto paralelismo con el crecimiento del saber médico y la construcción de poder resultante.
Para finalizar, la muerte es nuestro límite en tanto mortales, aunque como bien lo expresa el mismo Mainetti es “…una finitud por la cual somos infinitos, es decir, estamos limitados por la muerte, pero esa limitación no nos impide vivir como si fuéramos inmortales, nuestros actos sobrepasan intencionalmente nuestra subjetividad finita: pensamos, deseamos, amamos, queremos, como si no hubiésemos comenzado y jamás habremos de terminar…”
Admiro la serenidad y el temple de aquellos que, como Mascetti, son capaces de mostrar su luminosidad interior y eligen caminar con dignidad en el supremo instante de la muerte.
Impecable. Es a lo que aspiramos pero no todos lo logran. Gran reflexión. Gracias!
No deja de ser bueno, me parece, que estas cosas tan tristes puedan movernos a la reflexión y nos armen de la entereza necesaria para afrontar la vida y la muerte de la mejor manera.
Cariño grande Maru!!!
Todo bien. Cuasi filosófico. Pero en la realidad- sentado en la silla del pragmatismo- nadie desea ser testigo de su propia decrepitud.
Es cierto que nadie desea cursar el proceso doloroso que la mayoría de las personas, de acuerdo con las estadísticas, deben atravesar cuando se acercan al fin de sus días.
Sin embargo, «Un bel morir tutta la vita onora!!!»
Gracias Roberto, abrazo grande!
Cómo siempre excelente….
Gracias Rodo!!!
Abrazo
Excelentes reflexiones generadas por las hermosas palabras de despedida del querido César Mascetti.
Qué bueno morir en paz sabiendo que hiciste lo mejor que pudiste en cada momento!
A seguir celebrando la vida!
Con amor, K
«A seguir celebrando la vida!», ni más ni menos
Y a aprovechar estas oportunidades para seguir aprendiendo de los hombres lúcidos, sensibles y sencillos. Aquellos de corazón y de cabeza como decía Unamuno hablando de Spinoza
Te amo!!!!
Exiquisito y profundo análisis sobre la verdad de nuestra existencia.
Alberto tus geniales palabras ,inmerso en las palabras de dos gigantes. MASCETTI Y MAINETTI. Cuanta Luz.
Cuanta generosidad y cuanto del entrañable Fer me traen tus palabras, Belén!!!Abrazo desde el alma
Alberto querido,gracias por instalar en este espacio un tema que debiera ser de conversación en «la mesa fliar.»Ojalá esta carta del entrañable César sea un disparador que haga conocer y circular temas como Directivas Anticipadas,Muerte respetada,cuidados paliativos para todos…porque la medicina viene con unos aires temerarios y pretenciosos de transformar a la especie humana en inmortal( ni Saramago en sus «Intermitencias…»se atrevió a tanto).Y solo nos salvaremos si dejamos en claro,como César Mascetti,que sabemos que hacer para tener un buen morir,corolario de un buen vivir.Abrazo enorme
Querida Marina, coincido absolutamente con tu punto de vista, una mirada que has trabajado y mucho en toda tu carrera. Cuanto hay para reflexionar en estas cuestiones, cuanto desde la medicina y también el derecho.
Dos días atrás miraba una entrevista al queridísimo y muy admirado Paco Maglio, un sabio de aquellos, un humanista.
Me renueva la ilusión de poder avanzar en estos saberes, tan novedosos y a la vez tan antiguos.
Con muchísimo afecto, gracias por comentarme!!!
Bsss.
Muy bueno! Como siempre, un placer leerte! Gracias por compartir tus reflexiones! Abrazo fuerte
Gracias querida Judith!!!Abrazo inmenso también para ustedes
Nunca escuché su nombre y hoy lo conocí, por su última carta. Que pocas palabras son necesarias para conocer a alguien.
En mi cultura , judía, alguien no se muere mientras alguien lo recuerde, aunque sea una vez por año, en una oración o un pensamiento.
Gracias por presentármelo a César.
Mis condolencias a su esposa, a quien se la ve tan enamorada de él.
«Moriré realmente cuando muera el último que me recuerde» se ha dicho en «Borges, el memorioso», conectándolo con su descomunal Funes.
Abrazo grande Jorge!!!
Vivir viviendo es la mejor ley de la vida!!!!!
Dejar huellas,dejar presencia (en ausencia)y trascender ….ayuda a que la ausencia no sea tan dolorosa y continuar acompañando tacitamente,en el devenir de la vida…
Gracias Alberto por compartir la reflexion de un hombre público y familiar,que nos acompaño tantos años en las cenas familiares cotidianas..
Dejar huellas desde el andar sereno, desde una vida digna, desde las cosas simples y más entrañables que nos da la existencia.
Cuánto mensaje deja ese último acto.
Gracias querida Sara!!!
Me conmueve la serenidad con la que César Mascetti escribió esa carta de despedida. Y también tu manera tan profunda de reflexionar sobre ella. Excelente, como siempre. Gracias por compartirla!! Un abrazo.
Es cierto Griselda, también me conmovió a mí la carta de Mascetti, hay infinidad de cosas en esas pocas líneas.
Un puñado de renglones que despiertan la máxima ternura y admiración.
Como siempre, agradezco tu participación.
Cariños!!!
Gracias Alberto por tus reflexiones que me hacen pensar y sobre todo por haber hecho que conociera las palabras de Cesar Mascetti, porque bien podrían haber sido las palabras de mi viejo. Un abrazo y gracias.
Es muy cierto que podrían haber sido las de tu papá, la conexión no es caprichosa, ambos fueron tipos muy inteligentes, sencillos y sensibles. Tu viejo fue unos de los tipos más guapos, dignos y queribles de los que he conocido. No tengo dudas que, aunque no las haya verbalizado, esas últimas reflexiones se fueron dentro de él.
Abrazo inmenso querido Raulito y gracias por comentarme y traerlo a Raúl!!
Vale emocionarse? Abrazo Alberto!
Claro que vale emocionarse.
Es una consecuencia casi ineludible cuando se transita la vida dentro de ese ropaje que ha dado en llamarse persona.
Abrazo para vos Raúl!!
Alberto, cómo siempre , muy lucido cómo desmenuzas la carta de César . Gran temple la del periodista que hasta último momento sale y entra en la escena que lamentablemente protagoniza. Que en paz descanse, le desea alguien que espera ese momento como una sorpresa más de la vida.
Abrazo
Que bueno tu punto de vista!
Pararse ante la vida y estar preparado para las constantes sorpresas que la misma depara.
Uno de los aspectos más atractivos de mantener un blog pasa por enriquecerse, en forma permanente, con la infinita posibilidad de miradas que la lectura de los textos permite.
Valoro, y mucho, todos los aportes que me hacen llegar.
Abrazo Jorge!!
Querido Alberto, ayer mientras venía para CABA, lo leí en una parada en el camino. La vida y la muerte, como vos decís es parte de nuestra existencia y nos cuesta enfrentar en la mayoría de los casos el último tramo por lo menos en este plano, la muerte. Eso explica en parte, la necesidad de seguir vivos a toda costa. Leyendo y gracias por transcribirlo en tu nota las palabras de Cesar Mascetti, se me vino a mi recuerdo la imagen de papá saludando a Elida ( la señora del puestero) en la galería del campo y su saludo fue, mirando a su alrededor “ quédese tranquila pero yo no creo que vuelva” . El ya estaba muy dolorido y cansado, pero sabía perfectamente que estuvo en su entrañable lugar y acompañado de mamá, como lo fue toda su vida, todo lo que sus fuerzas le permitieron. Gracias Alberto nuevamente y ojalá podamos tener ese dominio cuando nos pase. Abrazo grande.
Querido Adrián, como ya le comenté a Raúl, no es casualidad que tanto vos como él asocien este momento con la vida y la muerte de tu viejo.
Además de querido y admirado por todos, un tipo entrañable que nos dejó a todos el orgullo de ser nuestra familia y a ustedes nada menos que el de ser sus hijos
Gracias, Abrazo enorme!!!!
Me conmovió la carta en si misma y tu relato exquisito. Abrazo querido Alberto!
Gracias querida Pato!!!!!
Cariños
¡Uffff! Qué tema, Alberto, el de la muerte…
Me cuesta abordarlo, me cuesta pensarlo como una realidad que sobrevendrá, me cuesta aceptarlo…
Admiro y me conmueve la serenidad, el temple, la valentía de César (alguien a quien hemos dejado entrar reiteradamente en nuestras casas a la hora de la cena puede ser llamado por su nombre de pila, no?), así como también admiro tu gran lucidez para analizar su mensaje.
No creo en la vida más allá de la muerte ni en nada que tenga que ver con eso.
Pero sí comparto la propuesta de Borges: pervivir en el recuerdo de quienes nos quisieron (y también -por qué no- en el de quienes no lo hicieron…) es una forma alternativa de seguir estando. Aunque, claro, me seduce mucho más la primera.
Abrazo fuerte.
Muy sustanciosa como todas tus respuestas, plagada de esos pequeños detalles, sutiles observaciones que no hacen sino profundizar la reflexión que propongo de inicio.
Muchísimas gracias querido Dickie.
Otro fuerte abrazo para vos.
Estuve hace un tiempo en San Pedro, y leí y me emocioné con la carta, que tan bien reproducis. Y si, coincido en que mientras alguien lo recuerde no se está muerto realmente (me acuerdo de esa hermosa película que es Coco). Y de tu padre, que también dejo un recuerdo imborrable en todos los que lo conocimos, una especie casi extinguida de médico » de familia», presto a venir en cualquier momento, además de su conocimiento y su hombría de bien, heredada por su hijo.
Tu comentario me hizo releer la entrada, me sorprendió la fecha, han pasado ya más de dos años. Todo tiene que ver con todo, solemos repetirnos muchos.
Volvió a emocionarme la carta de César Mascetti, mucho más cuando atravieso días difíciles a causa de un amigo enfermo, un amigo entrañable que me obliga a buscar, de manera constante, las pequeñas cosas que puedan aliviarlo, confortarlo, acompañarlo, abrazarlo de alguna manera en este trance que todos habremos de pasar.
Muchísimas gracias Jorge, un fuerte abrazo!!!