Entrega de medallas 50° aniversario de egresados LVM

«…me moriré realmente cuando se muera el último que me recuerde…», de «Borges, el memorioso».

El 10 de noviembre de 2017, en el salón de actos de nuestro querido Liceo, se entregaron las medallas del 50° aniversario de nuestra graduación, la promoción LVM 67. En la oportunidad, Mónica Padula leyó unas líneas enviadas especialmente por Judith Yariv, desde Israel.

Mónica ha sido una de nuestras más entrañables compañeras de esa hermosa etapa de la enseñanza secundaria transcurridas dentro de las viejas paredes del queridísimo Liceo Víctor Mercante. Hoy la recordamos con nostalgia y alegría, a casi seis meses de no estar con nosotros.

Con alegría, sí, porque evocar a Mónica es tener siempre presente su risa, su voz clara y alegre, su fortaleza de convicciones y carácter. Mezclaba en su persona, con admirable equilibrio, la elegancia de su mamá, Elena Valera, con la firmeza de pareceres de su papá, el también muy recordado Tito, y la erudición de los Nasif, sus tíos.

Conservo de Mónica, de toda su familia, de sus padres y su hermana Julia, un hermoso recuerdo de mi adolescencia. Pasé muchísimas tardes en la cálida casa de la calle 14, en su espléndido living que miraba hacia el parque. Todo allí parecía tener un sabor especial. Creo que tuve la suerte de adquirir con ellos y guardar además muchas de las certezas que aún abrigo sobre cuestiones tan simples como trascendentes de la vida: el valor de la palabra pensada, del esfuerzo honesto, del argumento sostenido con ideas claras y bien defendidas.

No nos vimos por décadas, cada uno transitando su camino, sus cosas, hasta que, de manera casual, volvimos a encontrarnos muy pocos meses antes de este aniversario. Mónica, que ya cursaba su enfermedad, conservaba sin embargo, intactos, además de su vitalidad, todos los atributos que había conocido y admirado en ella, cincuenta largos años atrás.

Dejó un imborrable recuerdo en todos nosotros y es evocada, de manera permanente, en cada uno de nuestros valorados encuentros. Un plato, cubiertos, copa y una silla vacía en la mesa de la casa de Hugo, simbolizaron, en este último tiempo, su presencia, y mantuvieron en nuestros corazones el eco imperecedero de su risa franca y su voz cristalina.

El pasado 12 de julio, su querida facultad de Trabajo Social donde por muchos años ejerció la titularidad de la cátedra de Filosofía, le rindió un tan merecido como emotivo tributo, agradeciendo además, la donación de su biblioteca personal a esa casa de estudios. El acto, en horas del mediodía, se desarrolló en el transcurso de una reunión ordinaria del Consejo Directivo, abierto en esa ocasión para permitir la presencia de Héctor, su compañero de la vida, de Julia, su hermana, de otros familiares y amigos.

La evocó, con muy lindas, sencillas y sentidas palabras, Santiago, un muy cercano colega de su cátedra. Realizó una semblanza que pintó, de manera cabal, la personalidad de la querida Mónica. En el pequeño salón, colmado, lo hicieron también, de manera breve, algunos de los presentes y Tony Pisano, con su capacidad expresiva, agregó lo suyo sintetizando el sentir de nuestro compacto grupo del LVM. Adjetivos tales como: alegre, vital, afectuosa, inteligente y despistada, estudiosa, muy comprometida con su tiempo, fueron algunas de las características que todos le conocimos y que estuvieron en ese momento en boca de todos.

Vivirás siempre en nuestro corazón, querida Mónica.

Nota: con el aporte de imágenes y video de Judith Yariv