demasiadas pelucas necesitará Argentina para salir del caos

Pacientes de un centro de salud de la ciudad de Salta realizaron una denuncia a la Policía porque mientras esperaban ser atendidos, el médico mantenía relaciones sexuales con una enfermera en la camilla del sector pediátrico.

El insólito episodio se produjo alrededor de las 5.30 de la madrugada de ayer en el Centro…

…De acuerdo con información difundida por los padres, comenzaron a escucharse gemidos…

…Uno de los padres de los nenes que esperaban ser atendidos, molesto por la situación, decidió actuar.

Fue entonces cuando irrumpió en el interior del consultorio y se encontró con los dos profesionales desnudos,  tendidos sobre la camilla en la que iban a ser atendidos los infantes…

…Según trascendió, la enfermera intentó ensayar una explicación a lo ocurrido de manera bastante inverosímil, ya que argumentó que en realidad todo había sido una confusión motivada en que tuvo que aplicarle una inyección al médico…

Hasta aquí, la versión extractada textual de lo publicado por un diario platense en su edición impresa.

Leyendo esta noticia, uno que ha fatigado pasillos de hospitales y que, a pesar de estar muy alejado de esas lides, abriga aún en su interior el imperecedero fuego de la vocación, no puede menos que estremecerse. Jamás puede olvidarse que ha jurado por Hipócrates ante los colegas, la familia y  la sociedad toda.

A riesgo de caer en una chirriante vanidad, estoy tentado de expresar que el nombre de este servidor público  bien podría considerarse epónimo  del  médico que ha consagrado su vida al alivio del sufrimiento ajeno.

¿Cuántas veces debió brindarse sin desmayo ante la desesperación de un padre que traía deshidratado al nene amenazado por una colitis?, ¿en cuántas ocasiones dejó de lado prioridades y urgencias muy primarias para correr en ayuda de una chiquita que volaba de fiebre o un infante que atronaba el ambiente con las agudas sibilancias de su broncoespasmo?

Quien ha pasado muchas noches en vela amaneciendo junto a la cabecera de un alma doliente, no puede menos que reflexionar, denunciar, gritarle a un país todo que permanece extraviado e indiferente ante semejante falta de respeto: ¡PEDAZO DE CORNUDO! ¡No puede  interrumpirse así el acto  médico!

Como se preguntó, consternada, la pobre enfermera al momento de ser sorprendida: ¿Es que ya ni una inyección se puede poner tranquilo en la Argentina?