Acabo de leer en el diario que está a punto de debutar en el Sevilla un nieto del legendario gringo Scotta, tremendo goleador si los hubo y propietario del récord argentino en el rubro (60 goles en 57 partidos con la camiseta de San Lorenzo, en 1975). De acuerdo, el dato es veraz, la marca oficial nadie se la discute, pero a la luz de las noticias que vamos recibiendo nuestro máximo artillero fue, es y seguirá siendo ¡el Diego!

La metió desde todos los ángulos, arriba, abajo, pegando en los postes, en el travesaño, a la ratonera, de taquito, de chilena, de chanfle o ayudado por la mano de Dios como contra Inglaterra. Podría decirse que casi no erró un tiro, que cada conversión ha ido incrementando su leyenda, esa leyenda que creció y mucho, tanto como su familia y su fortuna, aunque, y esto es lo realmente paradójico, con cada gol la cuota parte de la herencia que disfrutaran sus herederos disminuye un poquito.

junio de 2019

Nota del autor: Por estos días, al asumir la conducción técnica del Lobo, Diego ha vuelto a colocarse, como suele hacerlo a menudo, una vez más, en el centro de la escena mediática. Al instante, los diarios se hicieron eco de las declaraciones de otro de sus pretensos hijos, un adolescente platense que le reclama la paternidad. Nunca más oportuno este posteo.